martes, 11 de septiembre de 2012

El Secuestro

Como siempre estaba caminando en la calle distraído,
pensando en algo en que escribir,
está vez era de día para variar
y caminaba sobre aguas extranjeras.
Todos me miraban porque era diferente o tal vez porque era muy común,
andaba con abrigo, un gorro y audífonos que llamaban la atención,
estaba cabizbajo y me había dejado la barba,
hacía la misma rutina todos los días.

Un día normal, al menos eso pensaba
a punto de cruzar la calle se para frente a mi una furgoneta,
siento que de repente se hizo de noche
y sin tener sueño me fui a dormir...

Desperté, estaba amarrado y amordazado,
me sentía confundido,
oía voces pero no veía a nadie,
entré en pánico y grite: "sáquenme de aquí",
me ignoraron y solo suspiré.

Volví a escuchar voces,
ahora decía: "que sienta lo que sintió su Dios",
ahora tiene más sentido pensé,
pues soy de familia pobre para que pedir recompensa,
no soy famoso, no soy importante,
solo soy un esclavo por creer en Dios.

Tenían cámaras por todos lados,
me llevaron a un lugar donde si podía sentir el sol,
me arrodillaron y despojaron de mis ropas,
empezaron a golpearme en la espalda,
primero con látigos,
luego con látigos enredados en alambres de púa
y cada vez los instrumentos eran mas sádicos,
sentía como piel se desgarraba y se quedaba pegada
en cada instrumento que usaban y me desmayé.

Cuando recuperé la conciencia me dijeron: "donde está tu Dios?,
le eres fiel a Él?, harías esto por el bien de la humanidad?, te parece bien
todo este dolor que sufres? y para nada, para tener unos seguidores
mal agradecidos, el mundo está igual de podrido y seguirá así
aunque se sacrifiquen miles".

Solo tuve fuerzas de preguntar: "Quien eres?",
y respondió: "Soy un ex sacerdote, expulsado por descubrir la mafia del Vaticano,
no estoy muerto porque escapé a su prisión, descubrí sus mentiras, sus libros ocultos,
las fiestas privadas para tener sexo con menores, que lindos eh? dejen que los niños
vengan a mi, malditos pedofilos".
Solo dije: "Que tengo que ver yo con todo esto?",
y respondió: "Nada, solo quiero dejarle un mensaje al mundo, y haré esto con todos
los que alguna vez se atrevió a creer en la iglesia, solo tuviste mala suerte de cruzarte en mi camino"

Luego de esa conversación el ex sacerdote
y sus acompañantes siguieron golpeandome,
luego me colocaron en una cruz,
ya sabía lo que venía, quería morir de un infarto,
pero cada golpe me despertaba,
empezaron a martillar mis manos en la cruz,
el dolor es indescriptible,
sentir cada hueso triturándose, como la carne se abre y se desgarra,
sentir el fluido de la sangre correr, sentir cada vena partirse en dos...

Cuando todo el proceso estaba terminado,
al igual que Jesús sucumbí desangrado.